Basta con conversar con algunas personas para notar que no todos entienden lo mismo cuando hablan de la fe Cristiana. Este artículo es para aclararte cual es su enseñanza principal: la buena noticia.
Algunos reducen la fe a cumplir ciertos logros para ganar una eternidad cómoda y evitar una miserable. Otros la reducen a sentirse bien con la idea de que Dios acepta todo sin exigir cambio ni confianza real en Cristo.
Sin embargo, cuando tratamos de hacer calzar el texto de la Biblia a estas enseñanzas, nos encontramos con lecturas forzadas, interpretaciones fuera de contexto y aplicaciones desconectadas del texto.
La enseñanza principal de la Biblia se encuentra al buscar el sentido natural del texto en su contexto. Y también al aplicarlo en conexión coherente a ese mismo contexto. Si lo hacemos nos encontraremos con un mensaje diferente a los que hemos mencionado: El “evangelio” o “buena noticia”.


Una buena noticia es el anuncio de un hecho real, con un significado claro, que trae beneficio al que la escucha. Para comprenderla, necesitamos entender qué ocurrió, qué significa y por qué eso es bueno para nosotros.
La Biblia hace repetidas menciones de la buena noticia (evangelio), sin embargo, una de las más claras se encuentra en una de las cartas del apóstol Pablo:
{1} Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado… {2} por el cual asimismo… sois salvos… {3} Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; {4} y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; {5} y que apareció a Cefas, y después a los doce… {6} Después apareció a más de quinientos hermanos… {7} Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; {8} y al último de todos… me apareció a mí.
I Corintios 15:1-8
A partir de este pasaje queda claro qué fue lo que ocurrió: Cristo murió, fue sepultado y resucitó al tercer día. Luego se apareció a más de quinientas personas. Además, queda claro esto es bueno para nosotros, porque significa algo que, de ser creído, conlleva salvación. Así, solo nos queda indagar en el significado de estos hechos históricos de Cristo: “por los pecados” y “conforme a las Escrituras” .
¿Qué significan la muerte y resurrección Cristo?
Como dice el apóstol, su muerte tenía una causa: los pecados y junto a su resurrección, esta fue conforme a las Escrituras. Por tanto, debemos revisar qué más nos dice la Escritura respecto de su muerte y resurrección. Para esto, podemos acudir a otra carta del apóstol Pablo que indaga en el significado de esto:
“Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de él.”
Colosenses 1:21–22
El significado de la muerte de Cristo, según este pasaje, se despliega en tres dimensiones. Fue necesaria por nuestra enemistad con Dios, tuvo como propósito reconciliarnos por medio de su cuerpo crucificado, y busca nuestro encuentro con Dios en santidad y pureza.
Ahora bien, para comprender con mayor profundidad el significado de esta buena noticia, es necesario observar con atención la estructura que la propia Biblia revela: un contexto, un conflicto con Dios, una mediación por Cristo y una reconciliación como resultado.

El Contexto de la Buena Noticia

Dios creó a la humanidad como una unidad representada ante Él por el primero: Adán. Diseñó su ser a Su imagen y semejanza, y su entorno para amarle y obedecerle a través de una prueba. Si la superaba, llegaría a vivir en gozo eterno junto a Su presentación visible en el creación: Su gloria1.
La prueba que Dios dio a Adán consistía en expandir su dominio desde el jardín del Edén hasta el final. Debía trabajar, procrear y adorarle especialmente un día de cada semana, conforme a su diseño como representante divino. Adán podía disfrutar de todos los bienes del jardín, excepto del fruto de un árbol que Dios prohibió comer: el del conocimiento del bien y mal2.
En Su soberanía, Dios permitió que Satanás, un ángel rebelde, entrara al Edén y tentara a Adán. Era una ocasión para que sellara su destino eterno de forma anticipada. Si permanecía fiel a Dios ante la tentación, la gloria eterna quedaría garantizada para la humanidad. De lo contrario, todos serían condenados por la eternidad3.
El Conflicto con Dios de la Buena Noticia
Adán accedió a la tentación de Satanás, pecó comiendo del fruto prohibido y como fuimos creados como una unidad representada por él, toda la humanidad quedó justamente condenada a pasar la eternidad alienados de Dios, sufriendo en el Infierno. Más aun, por esta misma razón, todos heredamos su hostilidad personal hacia Dios. Así comenzó el conflicto entre Dios y la humanidad4.
Este conflicto se hace evidente cuando consideramos dos hechos cotidianos. El primero es que sufrimos toda clase de miserias en esta vida, siendo Dios el que gobierna la creación. El segundo es que pecamos violando constantemente los mandamientos de Dios (suplantamos a Dios con lo creado, no honramos a nuestros padres, murmuramos, mentimos, etc.), estando nosotros bajo Su gobierno5.
Pero, no solo sufrimos miserias, sino que también disfrutamos muchas cosas buenas de parte de Dios. Este hecho revela la misericordia de Dios, quien desde el inicio de este conflicto da señales de que haría algo para satisfacer su ira de justicia de modo de poder reconciliarse con la humanidad íntegramente; pero esto debía ser a través de un sacrificio. Por esta razón postergó Su juicio, da bendición y ofrece salvación. Este es el trasfondo que hace necesaria la buena noticia que la Biblia proclama6.

La Mediación por Cristo de la Buena Noticia

Dios Trino, habiendo previsto la traición de la humanidad, estableció que el Hijo tomara una naturaleza humana. Lo haría apoyado por el Espíritu Santo, conforme al plan del Padre, con un propósito doble. Primero, para que fuesen perdonados de sus pecados, debía cargar con los pecados de muchos pecadores y recibir la ira de justicia de Dios en representación de ellos. Segundo, para que fuesen declarados justos y garantizar la reconciliación, debía obedecer perfectamente a Dios ante toda tentación (triunfar en lo que Adán falló) hasta su muerte7.
Así fue que Dios Hijo se encarnó y se hizo llamar Jesús de Nazaret, el Cristo, en el Siglo I. Nació de una virgen, vivió perfectamente delante de Dios, resistió la tentación de Satanás, hizo milagros e impartió sabiduría a muchos discípulos. Finalmente, al morir crucificado, recibió la ira de justicia de Dios por muchos pecadores. Así garantizó la salvación de ellos y abrió el camino a la salvación para todos, por medio de la fe8.
Como señal de su éxito, resucitó al tercer día, habiendo recibido la gloria de Dios. Se apareció a quienes serían sus apóstoles para fundar las primeras Iglesias. Estas tendrían la triple misión de preservar la adoración a Dios, enseñar a los creyentes a vivir para Él y proclamar la buena nueva a los no creyentes9.
La Reconciliación de la Buena Noticia
Desde sus inicios, la Iglesia ha llamado con claridad a las personas a reconciliarse con Dios. Ese llamado no nace de una tradición humana. Proviene del mensaje que Dios mismo encargó proclamar: que por medio de Cristo, los pecadores pueden volver a Él. Al unirse a Cristo por la fe, el creyente recibe lo que Él ganó: justificación, al ser perdonado y declarado justo; santificación, al comenzar una vida transformada por el Espíritu; y glorificación, al recibir la esperanza segura de vida eterna junto a Dios10.
Esta reconciliación no ocurre automáticamente ni de forma superficial. Se hace realidad en quienes, al oír esta buena noticia, responden con arrepentimiento genuino y una fe viva. Arrepentirse no es solo sentirse mal. Es reconocer el pecado y alejarse de él. Y la fe no es solo aceptar ciertas ideas. Es confiar activamente en Cristo, seguirle y vivir para Él. Esa fe transforma la manera de pensar, actuar y amar11.
Por eso, el llamado sigue vigente hoy: vuelve a Dios con un arrepentimiento sincero y una fe viva. Si no sabes cómo responder, podrías comenzar orando así: “Señor, reconozco que he pecado, que merezco el Infierno y necesito tu perdón. Creo en Cristo y en su obra suficiente para mí. Límpiame, recíbeme y ayúdame a vivir para Ti.” Esta es la manera de recibir la buena noticia12.

¿Qué harás con la Buena Noticia?
Si algo hemos visto hasta aquí, es que el mensaje central de la fe cristiana no es un consejo, una exigencia moral ni una tradición religiosa. Es una buena noticia. Un hecho real, con un significado claro, que trae verdadero beneficio a quien la recibe con fe. Esa buena noticia es que Dios ha actuado en la historia, por medio de Cristo, para reconciliar consigo a pecadores. Y si es una noticia, solo queda una cosa: recibirla. Hoy se te ha anunciado. No la ignores, no la dejes pasar. Vuélvete a Dios con arrepentimiento y recibe por fe lo que Él ya ha hecho en Cristo a favor de los que creen.
- Génesis 1:26-27, Salmo 8:4-6 ↩︎
- Génesis 2:15-17, Éxodo 20:8-11 ↩︎
- Génesis 3:1-6, Romanos 5:12-14 ↩︎
- Génesis 3:6-7, Romanos 5:18-19 ↩︎
- Romanos 8:20-22, Romanos 3:10-12 ↩︎
- Hechos 17:30-31, Isaías 53:10-11 ↩︎
- Isaías 53:5-6, Hebreos 4:15 ↩︎
- Mateo 1:21-23, Romanos 3:23-26 ↩︎
- 1 Corintios 15:3-5, Hechos 2:42-47 ↩︎
- Romanos 5:1, Romanos 8:30 ↩︎
- Hechos 3:19, Santiago 2:17-18 ↩︎
- 2 Corintios 5:20, Romanos 10:9-10 ↩︎